Una breve historia de pinturas automotrices
“El cliente puede pedir el Modelo T del color que quiera, ¡siempre y cuando sea negro!”—Henry Ford, 1908.
Esta famosa cita de Henry Ford puede sonar cómica hoy en día, pero él hablaba en serio cuando la dijo. En 1908 la pintura automotriz no existía, Ford utilizó una pintura natural basada en resina de aceite de linaza, que era el tipo de pintura más práctico y duradero a principios del siglo XX. Los coches eran pintados con brocha a mano en varias capas, lo que tomaba alrededor de una semana en completarse, creando un inmenso cuello de botella en la produccón.
Este cuello de botella fue la motivación para desarrollar la primera pintura específicamente para uso automotriz. “Duco” de DuPont Company redujo el tiempo de pintado y secado de muchos días a unas pocas horas, utilizado la química de la nitrocelulosa, los ingenieros de DuPont crearon una laca de baja viscosidad que podía aplicar con pistola de aspersión. Este fue el primer ejemplo de cómo las necesidades de la industria impulsaron el avance de la tecnología de acabados automotrices.
No fue sino hasta la década de 1950 que se produjo el siguiente gran avance en pinturas automotrices: el uso de lacas acrílicas termoplásticas. Ya para ese entonces los vehículos pasaron de ser un medio de transporte a ser un símbolo de status social, lo que requería acabados más brillantes. Esta tecnología perduró inclusive hasta principios de los 80’s. Las lacas de brillo directo tenían un gran inconveniente, su poca durabilidad exterior. Después de aproximadamente uno o dos años de estar expuestos al clima, comenzaban a degradarse y era necesario un pulido agresivo para “devolverles el brillo”.
Para remediar esto los formuladores diseñaron un sistema de dos capas. El nuevo sistema consta de una base que contenía los pigmentos para proporcionar hermosos efectos de color, seguida de una capa de recubrimiento de polímero transparente. Durante los 80’s y 90’s se logró mejorar la apariencia y durabilidad para las capas con transparente.
El último gran cambio en la tecnología de acabados automotrices ocurrió en la década de 2000, centrado en la eficiencia de los procesos. Los fabricantes de equipos originales han pedido a los proveedores de pintura que encuentren una manera de reducir el costo de aplicación, lo que ha requerido que se desarrollen pinturas que se puedan aplicar de manera más eficiente, en menos cantidad y con un menor requerimiento de energía.